Un remanso de paz en el Caribe, con hermosos escenarios en la parte francesa al norte y la holandesa al sur.
El nombre le fue dado a la isla por Cristóbal Colón, quien arribó a sus tierras el 11 de noviembre de 1493, el día de san Martín de Tours, en honor al cual llamó a la isla. Entre las razones para visitarla destacan sus playas -en primer lugar- por sus aguas cristalinas de un azul inconfundible y arena blanca donde tumbarse a tomar el sol. Adicionalmente, St. Maarten o Saint Martin, según se encuentre al sur o al norte, este destino no es en vano conocido como la "isla gourmet". Su deliciosa gastronomía es una mezcla de la cocina francesa, holandesa e internacional con platillos para los más refinados paladares. La vida nocturna ofrece clubes para todos los gustos, casinos y restaurantes. A quienes desean pasear en yate, abordar un crucero o tomar un vuelo para conectar a otro destino, los esperan las marinas y bahías.
San Martín ostenta un alto nivel de vida e instalaciones hoteleras de calidad superior. Sus pobladores, una mezcla de más de ochenta culturas, reciben con gusto a los viajeros que llegan durante la temporada vacacional.
Una vez en este destino caribeño pueden disfrutar de las playas, practicar una variedad de deportes acuáticos como buceo, paseos en piragua, y los más arriesgados pueden hacer windsurf, esquí acuático, vela, pasear en moto acuática. También hay canchas de golf y tenis.
La cultura de la isla se percibe con mayor facilidad a través de sus manifestaciones tradicionales y una de las más notorias es la música. Se escucha en todos los rincones a través de ritmos como el mambo, cha cha cha, salsa, el pegajoso calipso, la biguina, el kompas, el conocido steel band y también el dub, merengue y reggae.
Arena, sol y mar La isla tiene una extensión de 37 kilómetros y, créase o no, tiene 37 playas de aguas mansas o de oleaje fuerte según el gusto del turista. A lo largo de la costa encontrará esmerado servicio en los bares y cafés, donde disfrutará con la familia una comida suculenta, con menús variados que incluyen desde platos franceses clásicos hasta una rica pizza o una hamburguesa. Calmar la sed para seguir disfrutando no será un problema, pues hallará refrescantes cocteles, mezclas exóticas de guavaberry, mango y parchita que le dejarán extasiado.
Los desarrollos hoteleros proveen a los huéspedes de sillas, toldos, sombrillas y todo lo que requieran en las playas. En la parte holandesa, cuya capital es Philipsburg, destaca Simpson Bay. Esta playa ofrece momentos de relax y total disfrute gracias a que casi nunca está llena de gente. Al caer la tarde se aprecian hermosos atardeceres. Maho Beach es ampliamente conocida por las fotos que de ella se han difundido, donde los aviones pasan a pocos metros sobre la playa. Los visitantes tienen la oportunidad de tomar fotografías de los jumbos que pasan casi sobre su cabeza. Quizás el único inconveniente es el ruido que producen.
En la costa atlántica de la isla se encuentra Dawn Beach. Sus arenas blancas invitan a tomar el sol y a descansar. Las aguas son propicias para la práctica de esnórquel, apreciar el arrecife coralino, jugar en la orilla con los niños. Y para comer puede dirigirse al restaurante Busby's, con platillos típicos de San Martín.
Otra alternativa para pasar el día es Kimsha Beach, estratégicamente ubicada cerca de los restaurantes, resorts, clubes nocturnos y casinos. Un pequeño arrecife protege la playa por lo que es bastante segura para la práctica de surf. Algunos yates atracan en esta playa, lo que permite a los viajeros disfrutar los hermosos atardeceres tropicales de este maravilloso destino.
Hacia el lado francés, con su capital Marigot, también encontrará escenarios naturales de gran belleza, playas donde divertirse y descansar, además de la atención esmerada del personal. Puede visitar Gallion Beach, protegida por un gran arrecife, ideal para bucear y practicar toda variedad de surfing. Sus aguas son ideales para las familias con niños. Esta área es una Reserva Marina que puede recorrer también en paseos a caballo. Los principiantes del windsurfing pueden anotarse para unas clases en este exclusivo paisaje. Y para comer, no dude en visitar el reastaurant Chez Pat.
Baie Rouge es otra playa, un poco alejada de Marigot, con suaves arenas blancas y entorno apacible.
Niños felices La isla es visitada por decenas de parejas, quizás recién casados, que van en busca de intimidad y diversión. Pero las familias que llevan a sus pequeños no tienen de qué preocuparse, pues para ellos hay una variedad de actividades. En Loterie Farm encontrará The Fly Zone, donde los árboles centenarios de esta reserva se conectan como una red para lanzarse en tirolina, cruzar puentes aéreos de madera, en un recorrido que puede tardar dos horas. Pueden participar los adultos y niños a partir de 8 años.
Otro atractivo es la excursión a Butterfly Farm. Un área natural para observar el jardín de flores exóticas, el estanque con peces, en un tour guiado. Quienes acuden temprano en la mañana aprecian directamente cuando las mariposas salen de su capullo como una obra de arte. Los guías facilitan el contacto con las mariposas a quienes lo desean, indicándoles cómo hacerlo. Es una experiencia inolvidable.
Fuente: EL Universal
El nombre le fue dado a la isla por Cristóbal Colón, quien arribó a sus tierras el 11 de noviembre de 1493, el día de san Martín de Tours, en honor al cual llamó a la isla. Entre las razones para visitarla destacan sus playas -en primer lugar- por sus aguas cristalinas de un azul inconfundible y arena blanca donde tumbarse a tomar el sol. Adicionalmente, St. Maarten o Saint Martin, según se encuentre al sur o al norte, este destino no es en vano conocido como la "isla gourmet". Su deliciosa gastronomía es una mezcla de la cocina francesa, holandesa e internacional con platillos para los más refinados paladares. La vida nocturna ofrece clubes para todos los gustos, casinos y restaurantes. A quienes desean pasear en yate, abordar un crucero o tomar un vuelo para conectar a otro destino, los esperan las marinas y bahías.
San Martín ostenta un alto nivel de vida e instalaciones hoteleras de calidad superior. Sus pobladores, una mezcla de más de ochenta culturas, reciben con gusto a los viajeros que llegan durante la temporada vacacional.
Una vez en este destino caribeño pueden disfrutar de las playas, practicar una variedad de deportes acuáticos como buceo, paseos en piragua, y los más arriesgados pueden hacer windsurf, esquí acuático, vela, pasear en moto acuática. También hay canchas de golf y tenis.
La cultura de la isla se percibe con mayor facilidad a través de sus manifestaciones tradicionales y una de las más notorias es la música. Se escucha en todos los rincones a través de ritmos como el mambo, cha cha cha, salsa, el pegajoso calipso, la biguina, el kompas, el conocido steel band y también el dub, merengue y reggae.
Arena, sol y mar La isla tiene una extensión de 37 kilómetros y, créase o no, tiene 37 playas de aguas mansas o de oleaje fuerte según el gusto del turista. A lo largo de la costa encontrará esmerado servicio en los bares y cafés, donde disfrutará con la familia una comida suculenta, con menús variados que incluyen desde platos franceses clásicos hasta una rica pizza o una hamburguesa. Calmar la sed para seguir disfrutando no será un problema, pues hallará refrescantes cocteles, mezclas exóticas de guavaberry, mango y parchita que le dejarán extasiado.
Los desarrollos hoteleros proveen a los huéspedes de sillas, toldos, sombrillas y todo lo que requieran en las playas. En la parte holandesa, cuya capital es Philipsburg, destaca Simpson Bay. Esta playa ofrece momentos de relax y total disfrute gracias a que casi nunca está llena de gente. Al caer la tarde se aprecian hermosos atardeceres. Maho Beach es ampliamente conocida por las fotos que de ella se han difundido, donde los aviones pasan a pocos metros sobre la playa. Los visitantes tienen la oportunidad de tomar fotografías de los jumbos que pasan casi sobre su cabeza. Quizás el único inconveniente es el ruido que producen.
En la costa atlántica de la isla se encuentra Dawn Beach. Sus arenas blancas invitan a tomar el sol y a descansar. Las aguas son propicias para la práctica de esnórquel, apreciar el arrecife coralino, jugar en la orilla con los niños. Y para comer puede dirigirse al restaurante Busby's, con platillos típicos de San Martín.
Otra alternativa para pasar el día es Kimsha Beach, estratégicamente ubicada cerca de los restaurantes, resorts, clubes nocturnos y casinos. Un pequeño arrecife protege la playa por lo que es bastante segura para la práctica de surf. Algunos yates atracan en esta playa, lo que permite a los viajeros disfrutar los hermosos atardeceres tropicales de este maravilloso destino.
Hacia el lado francés, con su capital Marigot, también encontrará escenarios naturales de gran belleza, playas donde divertirse y descansar, además de la atención esmerada del personal. Puede visitar Gallion Beach, protegida por un gran arrecife, ideal para bucear y practicar toda variedad de surfing. Sus aguas son ideales para las familias con niños. Esta área es una Reserva Marina que puede recorrer también en paseos a caballo. Los principiantes del windsurfing pueden anotarse para unas clases en este exclusivo paisaje. Y para comer, no dude en visitar el reastaurant Chez Pat.
Baie Rouge es otra playa, un poco alejada de Marigot, con suaves arenas blancas y entorno apacible.
Niños felices La isla es visitada por decenas de parejas, quizás recién casados, que van en busca de intimidad y diversión. Pero las familias que llevan a sus pequeños no tienen de qué preocuparse, pues para ellos hay una variedad de actividades. En Loterie Farm encontrará The Fly Zone, donde los árboles centenarios de esta reserva se conectan como una red para lanzarse en tirolina, cruzar puentes aéreos de madera, en un recorrido que puede tardar dos horas. Pueden participar los adultos y niños a partir de 8 años.
Otro atractivo es la excursión a Butterfly Farm. Un área natural para observar el jardín de flores exóticas, el estanque con peces, en un tour guiado. Quienes acuden temprano en la mañana aprecian directamente cuando las mariposas salen de su capullo como una obra de arte. Los guías facilitan el contacto con las mariposas a quienes lo desean, indicándoles cómo hacerlo. Es una experiencia inolvidable.
Fuente: EL Universal
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